martes, 2 de marzo de 2010

Viaje inspiracion

Estas son algunas de las fotos del viaje que nos sirvio de inspiracion para el desarrollo de esta coleccion.




El pensamiento es en su raíz un sentimiento, que se forma a través del tiempo.
El paisaje, la tierra, las tradiciones, son la savia que informa el inconsciente fundamental de nuestra vida social.
Pensar la tierra, desde el hombre anterior e interior que se lleva de sangre en sangre, es nuestro destino. Nuestra búsqueda de Argentinidad, de introspección Suramericana.
Por ello, al norteño, en rueda de amigos suele brotarle del pecho, el grito desgarrado de la baguala, o el sentir apenado de una zamba. La copla popular canta: "Soy de Salta, y hago falta." Y es nuestro intento, a pesar del asfalto, porque siempre abajo está la tierra.
...Atahualpa Yupanqui en el poema "Destino del Canto" nos amonesta que no es para nuestra vanidad, sino para nuestra responsabilidad, este amor a la tierra. Para el que mira sin ver, la tierra, es tierra no más...
El espíritu de la tierra está en el paisaje, en los pobres y sencillos de corazón. No es cuestión de clases sociales, sino de conciencia histórica, nacional, nacida de pensar el sentimiento, y de sentir el pensamiento, al decir de Don Miguel de Unamuno.
Soy libre, soy dueño, y puedo querer.... Canta la copla. Suena la caja, es el latido del corazón. La concordia con la tierra.
La baguala, la vidala, son parte del alma de la montaña. Como la milonga, y el tango, de la pampa y la ciudad rioplatense.
Juan Carlos Dávalos, salteño, psicoanalista de los paisanos, en su análisis filosófico del paisaje, desde su Salta natal, el 6.08.1921, en una conferencia, expresaba: (...) "la tradición y la leyenda son el pasado mismo que subsiste, no en la letra muerta ni en el grado oscuro, ni en el vestigio arqueológico, sino en el alma de los hombres como intuición de lo ancestral, como recuerdo traslúcido de los tiempos heroicos, como afirmación evidente de un arraigo inveterado y tenaz sobre la tierra".
La tierra como la mujer, no entrega su alma al propietario, sino al poseedor.".
¡Creer! He allí toda la magia de la vida.
Tal es el imperativo inexcusable, volver a rastrear las sendas perdidas, descubrir a los aborígenes, a su mundo original, tapado, escondido, al Imperio de los Incas,
El Espíritu de la tierra está en nosotros, solamente debemos adentrarnos en lo más profundo de nuestro ser para tantearlo con el corazón, como quien se acerca alucinado al manantial...

Martín Miguel Güemes Arruabarrena. Cultura Historia y Región
http://www.fundacioncultural.org/revista/nota6_27.html

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